Llueve agua de mar en mis mejillas,
las que cual Judas tu boca ha besado;
besos de sueños -vueltos pesadillas-
de unos labios que amor han vomitado.
Una sola mentira a hurtadillas
hace falta para ser recordado
que no existe fuente que dentro carga
tanto agua dulce como agua amarga.
Samuel Álvarez Conejos
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