Uno lo escucha mil y una veces
y nunca se lo cree.
Hasta que, sin esperarlo,
llega alguien que abre tus ventanas
y te rescata de la rutina,
te protege de ti mismo
y te desborda de expectativas.
Alguien que te prioriza más que a sus costumbres
y te hace olvidar que el pasado dolía.
Y despertarse cuesta menos,
porque alguien te espera
para desearte un buen día.
Y te descubres de repente sonriendo sin motivo,
porque te has olvidado de lo qué es el miedo,
y donde no quedaban ganas ni tiempo,
ahora encuentras hueco.
Y te sientes especial.
Uno no deja de escucharlo
y, de pronto, llega el día
en que dejas de oírlo
y comienzas a vivirlo.
Samuel Álvarez Conejos
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