18 de octubre de 2010

Voz que dice "Gracias"



Cuando alzo mis ojos al cielo
y te veo en la hermosura de las nubes
de mi boca sale un suspiro
y una voz que dice “Gracias”;
y aún las sombras que éstas hacen
me inspiran tu belleza,
el sol brilla radiante
y mi espíritu se eleva,
se eleva hacia mi creador,
el creador de cielo y tierra.

Cuando veo las grandezas
que surgieron de tus manos,
no puedo más que asombrarme
al saber que son las mismas
las que me sostienen, día a día.
Y sale de mi interior una voz,
esa voz que dice “Gracias”.

Gracias por la luz, por el calor,
gracias por tu amor, y tu perdón,
por la misericordia que nunca entiendo
y esa cruz que trajo salvación.
Gracias por llamarme hijo,
gracias por llamarme amigo;
por los planes que has preparado,
por mostrarme tu camino.


Samuel Álvarez Conejos

5 de agosto de 2010

Iaio


Han sido tan buenos todos los momentos
que hemos podido estar a tu lado,
tantas sonrisas que lograste sacarnos
y tanto amor el que nos has dado,
que se hace extraño verte ahora tan quieto
mientras sentimos tus caricias en la dulce brisa,
descansando para entrar en el cielo
y dedicándonos tu última y eterna sonrisa.

Damos a Dios gracias por todo el tiempo
que nos permitió compartir contigo,
nuestro iaio, tan querido,
y por el amor con que siempre nos has cuidado,
por la marca que has dejado en nuestros corazones
y por la felicidad que siempre nos has brindado.

Te queremos, tu familia y amigos,
y queremos compartir este momento contigo.
Ahora es tu tiempo de descansar eternamente
pero sabemos que, de algún modo,
estarás con nosotros constantemente,
tus recuerdos y palabras siguen vigentes.
Fuiste un gran hombre y un gran referente,
Juan Conejos Puchal, te amaremos por siempre.


Samuel Álvarez Conejos

18 de marzo de 2010

Frío



Hoy he sentido por primera vez frío
sin estar desabrigado y en medio de la cuidad;
la sensación de soledad por no estar contigo
me ha dejado vacío, ya no hay nada más.
No hay lágrimas, aunque quieran salir,
ni más ganas de perder el tiempo en ti,
estoy vacío dentro de mí,
mi único aliento lo dedico a escribir.
Se fueron las fuerzas y las ganas de huir,
retroceder o avanzar, todo me recuerda a ti...
Maldigo la hora en que un día te conocí,
maldigo el lugar y al diablo, que sigue aquí
susurrándome cada palabra
que con rencor escribe mi corazón,
recordándome cada momento
en que no le hice caso a la razón.

Hoy la bola de cristal se ha roto
y mi corazón no sabe a dónde mirar,
será que el futuro se ha vuelto monótono
y se ha acostumbrado a no mirar atrás.
Hace tiempo se juntaban el bien y el mal
y jugaban a todo o nada -pura suerte y azar-;
un día el bien se cansó de jugar
y desde entonces el mal no paró de ganar...
Mi esperanza está en que de nuevo
el bien se decida a actuar,
hasta entonces seguiré con el miedo
y la incredulidad de que nunca podré cambiar.
Mientras tanto aquí sigo apostando
con dados borrosos que siempre me harán perder,
hoy la noche es oscura y estoy pensando
que no sé si quiero volver a ver amanecer...


Samuel Álvarez Conejos

3 de marzo de 2010

Nada cambió


Sigo siendo el mismo cobarde
incapaz de decir lo que pienso,
incapaz de mirarme al espejo
sin ver los defectos que sobresalen.
Sigo siendo el mismo iluso
creyendo que algo en mí cambiará,
que algo hará mover la realidad;
nada he visto hasta hoy cambiar su curso.

Podría intentar ser diferente -lo hice-,
podría buscar algo bueno que haya en mí,
pero nadie puede en su juicio cambiar su origen,
estoy condenado a amar en silencio hasta el fin.
No hay nada más que quede ahora,
ni fuerzas, ni ganas, ni valor;
tan sólo conservo la viva imagen
de aquél niño que ya se hizo mayor.


Samuel Álvarez Conejos

2 de marzo de 2010

Si tan sólo


Quisiera despertar de esta pesadilla,
abrir los ojos y sentirte junto a mí,
ser capaz de doblar otra vez mis rodillas,
caer rendido al saber que estás aquí.
He dejado pasar tanto tiempo,
he dejado de lado lo único que me hace vivir,
será por eso que toda la ilusión ha muerto,
será por eso que no tengo ganas de seguir.

Me recuerdas una y otra vez tus planes,
que tu amor de mí nunca se apartará,
pero he dejado de ver con los ojos de antes,
cambié la inocencia por la culpabilidad.
Dejé de mirar al frente de las situaciones,
he olvidado mi propósito principal,
necesito borrar todas esas emociones
que hacen que mi corazón no deje de llorar.

Si tan sólo chascaras tus dedos,
si tan sólo escuchara tu voz,
despertaría en tus grandes brazos,
temblaría otra vez mi corazón de amor.


Samuel Álvarez Conejos
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