7 de diciembre de 2021

La cierta incerteza

 

 
 
La esperanza es, dicen, lo último que duerme.
Y razón nos les quito, que así ha sucedido,
pues ni eso queda ya, cariño, tras perderme
en esos ojos llenos de otoño y de olvido.

Quedaré resignado, ceñido en mis temblores,
mientras llega el invierno a estas manos frías.
Sin tu voz, sin tu verbo, tu néctar de mil flores,
morirán destempladas, rugosas y vacías.
 
Al perder la costumbre de armarme de tu risa,
de enredarse mis dedos, rizados en tu pelo,
o advertir tu mirada quitando mi camisa,
sumiré envejecido en noches de desvelo.
 
Huiré de la amnesia que intenta hacerme cuerdo
a esperar, sin promesas, del hado algún guiño.
Y amará engurruñada mi alma tu recuerdo
con la fe inocente y terca de un niño.


Samuel Álvarez Conejos

11 de septiembre de 2021

Quererte fue lo más fácil de hacer. Olvidarte no.

 Quemaba. Ardía por dentro incandescente,
quebrándome a su paso.
Desde el interior hacia afuera lo sentía.
Una punzada tras otra contra el abdomen,
perforando en mí cada capa de coraza
forjada año a año, herida a herida.

Comenzó a tan sólo un instante de entenderlo:
No ibas a volver.
Ni tú, ni las noches de verano a remojo,
ebrios de sidra, de sangre y de deseo.
El sol ya no abrazaría más nuestro sueño,
ni mis sábanas recordarían tu olor.

¿Tan sencillo ha sido obviarme, reemplazarme?
Tus ojos no mentían,
más bien gritaban vehementes al mirarme.
Es imposible refutar cada sonrisa,
cada improvisación, cariño, cada juego,
deteniendo el tiempo a nuestro antojo en la cama.
 
Nos invadió un aullido de desesperanza.
Maldita luna llena.
Maldita la que selló nuestra perdición,
reduciendo aquél fuego a polvo sin vida.
Tu mirada perdió el centelleo al verme
y el silencio se cernió sobre nuestra voz.
 
No queda bosque, arcilla, trigo ni oveja
que construya rutina
como la que dejamos atrás para siempre.
Quizá el único futuro que nos queda
tras habernos convertido en desconocidos
es coincidir para volver a conocerse.

 
Samuel Álvarez Conejos 

26 de agosto de 2021

Especial

 
Dicen ser del verano lo contrario al invierno.
Pero el frío no entiende de meteorología,
sólo de las palabras que el miedo vacía,
pues nacen en suspiros y mueren en lo interno.

Yo callaré de nuevo, cuando al verte palpite,
fingiendo una sonrisa casi indiferente.
Y tú amarás mis gestos, como si de repente
quisieras refugiarte y hacerlos tu escondite.

Habrá un brillo en la luna que contigo combine,
llenándome de magia, robándome el sentido.
Notaré melodías, aunque sean ruído,
querré comenzar algo y que nunca termine.

Especial quiero serte, ¿no lo anhelamos todos?
Y aunque calor emane de las ganas unidas,
mi colchón rebosa ausencia de noches prohibidas.
Especial para nadie somos, de todos modos.
 
 
Samuel Álvarez Conejos 

18 de junio de 2021

Alas inquietas

 
Convicción y coraje
constituyen las alas del viajero.
Con ligero equipaje,
sin destino certero,
perseguirá su nuevo paradero.

No nos es nueva usanza
que toda etapa tiene su momento.
Que siempre habrá esperanza
para quien tome aliento
y abra inquietas sus alas al viento.
 
Viajará la memoria,
intacta, desde lo desconocido,
a esta, nuestra historia,
buscando lo aprendido;
ninguna orquídea queda en olvido.
 
Rebosa en mí, con brío,
un orgullo de honra y excelencia,
cual agua de rocío,
por esta coincidencia,
ser familia en The Westin Valencia.
 
 
Samuel Álvarez Conejos 

21 de mayo de 2021

Desmemoria

 
Tristes versos cargados de añoranza,
traslúcido rocío de viñedos,
se deslizan con brío por mis dedos
en busca de un ápice de esperanza.

Mi rostro ya no es aquel lampiño
de quien soñaba absorto con la luna.
La ilusión se convirtió en laguna;
nació un hombre, mas murió un niño.

Los recuerdos devienen en olvido
y la esperanza es un alba lejano,
el marrón que antes era verano
a ojos del que olvida lo vivido.

Quizás haya crecido demasiado
y derribar molinos ya no sea
afán de quien perdió a Dulcinea
en el andar del camino cansado.

Volver, quién pudiese volver a verte
y soplar mariposas en tu palma.
Tu voz era manantial a mi alma,
nuestro amor, mayor que la misma muerte.

Volver, a los tiempos de lo posible,
donde la soledad no daba miedo
porque sin sorteos y con denuedo
echaste en mí tu ancla irreversible.
 
 
Samuel Álvarez Conejos 


20 de febrero de 2021

Literatura en tu cuerpo


Necesito lectura.
Pero no la que da un libro corriente
colmada de censura;
manzana de serpiente 
que me despierte y que sacie mi mente.

Mi intención ya perpetra
un delito contra tu libro entero, 
y no dejaré letra
perdida en el tintero
que revoque este anhelo pasajero.
 
 
Samuel Álvarez Conejos 


7 de enero de 2021

La noche expuesta en nuestro abrazo


No cabía esperar que, encontrarte,
volvería de nuevo a revocar
tanta, tanta esperanza malgastada.
Aquella noche entendí que lo eterno
no es eterno en sí mismo,
sino que está forjado y lo compactan
incontables y efímeros momentos.

No hizo falta nada más esa noche.
Nada más que una luna casi llena
sujeta, en un abrazo de madre,
por la bóveda celeste serena
que incauta desnudaba,
sobre el canto de un sigiloso mar
parte de sus recónditos misterios.

Enfurecieron, celosas de vernos,
el agua las nereidas,
bajo el acecho de tímidos astros,
y se encrespó al son de un cielo sin alma.
Pues en medio de la afilada arena,
del cierzo y de las indomables olas
tan sólo tú y yo éramos la calma.
 
 
Samuel Álvarez Conejos 
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