19 de noviembre de 2020

Estaciones



Nos conocimos
viendo el mar y la luna
tras el verano
 
Cuando marchaste
me quedé como al árbol
deja el otoño.
 
No regresaste,
igual que el sol escapa
al frío invierno.
 
Hay esperanza,
nacerá un nuevo brote
en primavera.


Samuel Álvarez Conejos

30 de octubre de 2020

Consejos a la carta

 
Dicen que hay que perseguir lo que uno quiere;
o que, si no fluye, mejor sin presiones.
Que el amor no se busca, porque se encuentra;
que quizá, mejor, usar aplicaciones.
Que uno al vestir debe sentirse cómodo;
o que uno siempre ha de ir elegante.
Que diga y haga conforme a lo que pienso;
también que nunca hay que perder el semblante.
Que me deje llevar, sin pensar en nada;
o que busque la paz interior y la siga.
Que hay que escuchar y aprender de los mayores;
o no haga caso a lo que nadie me diga.
Que cuide la alimentación y esté sano;
o, qué más da, mejor lo que se me antoje.
Que coja abrigo y paraguas por si llueve;
o baile bajo la lluvia aunque me moje.
Dicen que puedo conseguir lo que quiera;
también que debo dejarte en el olvido.
Que luche por ti, si quiero que te quedes;
o deje de buscar a quien ya se ha ido.
 
 
Samuel Álvarez Conejos 

16 de agosto de 2020

Silencio versado

 


Te he echado de menos ¿sabes?
En realidad no lo sabes.
He tratado de mantener el semblante.
Cuanto más feliz me veas en solitario,
mejor serás capaz de seguir adelante.
El silencio es doloroso, pero necesario.
Para que ningún recuerdo te atropelle,
como me pasa desde nuestra despedida.
Para que no se abran las cicatrices
que quedaron -bajo y sobre la piel- escritas.
Para que no te acuestes cada noche
deseando despertar con nuestras canciones,
cuando voy en busca de ti,
y suceden milagros al creer con los corazones.
Para que no esperes verme al salir del trabajo,
ni malgastes velas que caldeen tu salón.
Para que no te preguntes cuándo se torció todo,
o si acaso ya torcida esta historia nació.
¿Tan mal lo hicimos?
¿Tan agrio quedó nuestro vino?
Me pregunto si todavía te duermes al principio de las películas,
o si sólo te pasaba al apoyarte en mi pecho.
Quizá el reloj desnudo de tu estante ya no marque la hora,
ni la luna ilumine tu cuerpo bajo tu techo.
Quizá mi olor en tu sábanas se disolvió entre otros aromas,
o algún olvido de los míos siga perdido entre tus cosas,
mientras piezas de ajedrez recogen polvo en tu entrada,
y sigue esperándonos la playa con sus olas ruidosas.
O quizá el tiempo haya borrado mis huellas
y no queda nada nuestro en tu memoria.
¿En qué momento caducaron nuestras promesas?
¿Existe lo irreversible? ¿Acaso lo es esta historia?
Siempre quedarán poemas por escribir.
Siempre podremos gritar un «te extraño» en silencio,
aunque luego lo veamos morir,
aunque jamás oigamos su eco.
Mi tristeza no se mide en lágrimas,
sino en cada verso.
Y ahora mismo daría un universo
por sentir una vez más
tu cabeza apoyada en mi pecho.


Samuel Álvarez Conejos

2 de julio de 2020

Contrasentido


Todo y nada es nunca como esperamos:
Abrazos fuertes que rompen por dentro,
perderse y acabar yendo al encuentro,
ausentarse para pedir reclamos.

Reavivar la herida que yace muerta,
confundir con intención de aclararse,
discutir para así reconciliarse;
que la puerta permanezca entreabierta.

Ignorarse para sumar más ganas;
todas esas noches con sus mañanas.
nostalgia que me provoca olvidarte.

Y yo es que ya no sé cómo aclararme:
si quererte aunque acabe por odiarme,
o quererme aunque acabe por odiarte.



Samuel Álvarez Conejos

1 de junio de 2020

Sonrisa trocada


El fin nos encontró a mitad del camino.
¿Adónde irán a parar tantos besos pendientes?
¿En qué bar moriré, junto a cada poema que quedó por escribir?
Algún día seremos dos desconocidos
y todas las promesas habrán caducado.
Dime que estoy equivocado;
que alguien nos convenza de este error.
Nadie debería sentirse abandonado,
y, adentro, puede llegar a ser tan real el dolor.

¿Cómo se deshacen los nudos del estómago?
¿Quién recogerá todas las mariposas muertas?
Explícame en qué preciso momento comienza el declive;
en qué instante cambia la perspectiva entre lo auténtico y lo ilusorio.
¿Qué provoca la caída de la venda que cubre los ojos?
¿En qué momento se quita el clavel y se carga con espinas?
¿Cuándo se cambian los halagos por veneno, los abrazos por indiferencia,
las libertades por prisiones y las verdades por trampas?

El amanecer dará pie a un nuevo día que nos llevará a distintos finales,
y ya no volveremos a saltar al vacío, cogidos de la mano.
Ya ves, que hasta lo eterno algunas veces termina,
y ahora quizá nos ahoguemos, o quizá empecemos a respirar.
Encontraremos la verdad deteniendo las voces de alrededor
para escuchar sólo al viento y su canción.
Y de este fortuito amor, predestinado a caer como el sol cada atardecer.
esparciremos las cenizas al viento para que nunca más vuelvan a arder.


Samuel Álvarez Conejos

8 de abril de 2020

Abril


Arrópame, que tengo frío. 
Besa mi alma sin pedirme permiso
y recuérdame lo que es sentir.
Abrázame al calor de las velas,
bajo esta húmeda luna de abril.
Cubre mi corazón de tierra fértil
y planta la semilla del amor.
Que en esta espontánea primavera
florezca en mí el vigor que emana vida,
así como en el cerezo brota la blanca flor.
Háblame del destino,
aquél escurridizo innombrable
que deambula cual céfiro distraído
buscando un cambio al que aferrarse
en ausencia de una decisión.
Y háblame de nuestros sueños
para que resurja la esperanza,
la misma que había en tus ojos,
donde solía perderme noches eternas,
donde el amanecer era un suspiro
y siempre era viernes entre tus piernas.


Samuel Álvarez Conejos
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