Termina el invierno y mi cara está empapada.
El agua se ha encargado de limpiar los tejados,
las avenidas y las miradas.
Y todo parece renovado.
¿Por qué volver al lugar donde nada es lo mismo?
Hace tiempo nos conocíamos,
y sin saber bien qué ha sucedido
hoy somos sólo dos extraños.
Se nos perdió el horizonte, en algún momento.
Existe ese instante indeterminado
donde cada final tiene su comienzo,
y la caída es tan lenta como inevitable.
Uno debe alzar las manos y abrazar al destino,
besar la lluvia y dejar de buscar el sentido,
porque la batalla está perdida.
No existe retorno a la casilla de salida,
y extrañar es tan inútil como irremediable.
Hay cosas que nunca entenderemos
y supongo que lo mejor es que las ignores.
La primavera está al acecho,
y a los cerezos les nacen sus primeras flores.
Samuel Álvarez Conejos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Avante, no te quedes expectante o indeciso,
que lo que no escribas hoy se quedará en el olvido...
Gracias por ser parte de este blog.