17 de agosto de 2014

Soneto confesante


He estado esta noche pensando mucho
en que no debo evadir lo evidente,
que quien idealiza el amor se miente,
que de nada sirve oír si no escucho.

Como un cálido amanecer llegaste
abrazando mis recelos pasados,
nunca te importó si eran demasiados
y al tiempo solventaste mi desgaste.

¿Para qué engañar mis propios sentidos?
Me da miedo pensar que no exagero,
que hoy ya me eres indispensable.

Tras estos sentimientos admitidos
pretendo, más que un río pasajero,
que seas el agua de un mar estable.


Samuel Álvarez Conejos
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