¿Recuerdas cuando éramos libres?
Solíamos dejarnos atropellar por el viento y reírnos de las mareas,
construir fortalezas de arena, agua y esperanza,
respirar la brisa marina y mezclar su olor con el tuyo,
refugiar tu desnudez en mi abrazo,
combinar nuestras sonrisas para crear una eternidad.
¿Recuerdas cuando no conocíamos el miedo a correr riesgos?
La única preocupación entonces era dormir, soñar y amanecer juntos,
pringarte la boca de yogur con sabor a cereza,
perder de vista el reloj, el móvil y las costumbres,
viajar vendados los ojos a destinos insospechados,
escuchar sin suponer, compartir sin refutar, amar sin calcular.
Ahora sólo quedan los reproches de dos voluntades no satisfechas.
Los mejores amores son los que no se buscan,
y los peores desamores también.
Pero no me culpes por volver a pensar en que seas mi rutina,
por querer rescatar el sabor frutado de nuestro vino,
y pretender que sientas, una vez más, mi tinta en tu piel.
Samuel Álvarez Conejos
Ultimamente cada una de tus palabras hace brotar lagrimas de mis ojos, una emocion incontenible para agradecer la forma en que nos abres tu corazon de la forma en que lo haces...
ResponderEliminarY recuerda disfrutar del yogur de cereza.