Has
llegado cual viento de solano
alzando marejadas
sobre los cimientos de mi pasado,
acercando lluvias que, a destajo,
desnudan mis alarmas
e inundas mis miedos hasta ahogarlos.
Pero
también has traído el olor
de agua blanquecina,
de sal, de arena y de campos de arroz,
sellando, con el regreso del sol,
la llegada imprevista
del verano a la vida de los dos.
Si me
imagino un fin del mundo es
caótico y bello,
así como tú, como un amanecer
y su arrebol de infinito vaivén,
dibujando en el cielo
aves fénix que acaben en tu piel.
Pero explícame
cómo hacer que pare
esos ojos de otoño
que me miran desarmando mis planes,
porque en ellos no hay después, ni hay antes,
son caprichos de Crono,
y en ellos nunca es pronto, ni es tarde.
esos ojos de otoño
que me miran desarmando mis planes,
porque en ellos no hay después, ni hay antes,
son caprichos de Crono,
y en ellos nunca es pronto, ni es tarde.
Samuel Álvarez Conejos