4 de junio de 2018

Predilecciones



Prefiero sentir la lluvia caer, más que verla desde la ventana.
Reír me es indispensable, ser cómplice de carcajadas simétricas, sacarte una sonrisa sólo para saborearla y sentirme un héroe en tus días grises.
Me inspira la luna cuando la veo a través de tus ojos, porque siento que me la acercan.
El infinito me intriga, pero no más que tus labios, que avivan el deseo de lo inexplorado.
Viajar es bello, sobre todo si es por tu cuerpo; perderse y no reconocer el camino de vuelta.
Me embelesa el aroma a azahar, porque anuncia primavera, y es la estación que más me recuerda a ti; será, quizá, por eso de los cerezos.
También me gusta el vino blanco, y beber de tu copa, que es la que más me sacia y la que más me embriaga;
mirar el contraste de tus ojos, que nunca sé si me miran a mí o al horizonte, porque yo suelo estar sumido en su profundidad.
Dormir reconforta, siempre y cuando seamos almohada para el otro.
Soñar debe ser siempre el último recurso, cuando no queden planes que llenen nuestras horas.
Me produce sencilla felicidad posponer varias veces el despertador,
perder el sueño y el miedo entre tu abrazo,
reflexionar bajo el agua templada de la ducha
o ausentarme mirando el mar.

También me gustan los cambios de sentido;
cambiar es parte de estar vivo.
Y así te fuiste, y mi inspiración se fue contigo.
Sería estúpido meterte en una jaula, sabiendo que naciste para ser libre.
No es amor aquello que te encadena, cohibiéndote de ser tú mismo.
La vida sólo mira hacia un sentido, y es una decisión que sea hacia adelante.
Mientras yo siga buscando mi rumbo,
tú seguirás cambiando el mundo
con tu sonrisa.


Samuel Álvarez Conejos
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