Vienes entre sangre y fuego,
como bálsamo sutil
y primavera de abril,
dando vista al que es ciego.
Fuego incendiario en tus ojos,
cerveza, vino y anís,
colores se vuelven gris;
solo tus labios son rojos.
Alivia el dolor tu risa,
das vida donde morí,
quédate cerca, aquí,
que ya mi boca improvisa.
Ay, ay, amor de tirita,
que algún día te me irás
y en mi alma dejarás
otra cicatriz escrita.
Samuel Álvarez Conejos