Imagina sólo por un momento
que el mar embravecido halla la calma.
Imagínate que voy a tu encuentro
y que, una vez más, tu amor me abraza.
Imagina que los rencores mueren
y que todas nuestras lágrimas cesan,
y que nuevas sonrisas amanecen
llenando de melodías mis letras.
Imagínate rotos los espejos
y encontrándonos a nosotros mismos,
descubrir que -quitados los complejos-
tampoco es que seamos tan distintos.
Imagina que vuelvo a encontrar fuerzas
en la música que tu nombre inspira;
canciones desesperadas y eternas
que consiguen devolverme la vida.
Imagina que al fin
dejo de fingir que cada poema
arrancado de tu esquiva mirada
son tan sólo palabras.
Samuel Álvarez Conejos