Jamás nadie nos dijo
que, en ocasiones, vienen tormentas
en las que no hay cobijo,
sólo abrazarte a tientas
y buscarte al perderme, si te ausentas.
Que el perdón es urgente
nadie nos contó, ni dio la noticia;
que no nos es prudente
reclamar la delicia
de venganza con disfraz de justicia.
Del tiempo y sus heridas,
del desvanecimiento de las horas
en años convertidas,
que lloro si tú lloras…
sólo yo te aviso aunque sé me ignoras.
Samuel Álvarez Conejos