No temas, mi fiel,
que regresaré,
volverás a oler mi perfume,
volverás a sentir mi piel
como lo haces de costumbre.
Y qué placer da
poder abrazar
tus complexiones cada noche,
mis lágrimas recogerás,
como siempre, con tu roce.
Contigo, mi fiel,
veré amanecer,
y aunque a tu lado el tiempo vuele,
mi cabeza reposaré
en tu vaivén de placeres.
Qué tristeza da
tener que marchar,
dejar tu inmóvil silueta
cada mañana al despertar
entre sábanas inquietas.
Al anochecer
a ti volveré,
y, si he de irme en la mañana,
recuerda que te extrañaré,
mi querida y fiel almohada.
Samuel Álvarez Conejos