Dicen que los amores nunca se olvidan,
y que van ocupando espacio en tu corazón hasta que éste, saturado, decide no aceptar ninguno más.
Quizá sea por eso que cuanto más crecemos más cuesta dar un lugar especial a alguien,
y, quizá, por eso, nadie quiere crecer.
¿Cuál es el cupo de cada uno?
¿Dónde está el límite de amar?
La gente mayor nos enseña a nunca resignarnos a amar,
y sin embargo cuántos de ellos ya se resignaron tiempo atrás...
Dicen que cada uno ha de encontrar a su mitad,
¿y si a la mía ya la llenaron otros?
¿y si, lleno su corazón de amores olvidados, no tiene hueco para mí?
Sé que no es lo más sensato, pero hoy volví al lugar donde nos conocimos.
El mar estaba como a ti te gusta: intranquilo, feroz, violento...
Te encantaba romper las olas con tu pecho, o deslizarte en ellas a la orilla.
Mientras, yo observaba...
Hoy la arena no ocupó mi toalla, y no había nadie alrededor que nos vigile.
El cielo, despejado, se movía lentamente al compás de la suave brisa que rozaba mi cuerpo desnudo; tú ya no estás para hacerlo...
Hoy la playa olía a ti,
y las libélulas de tantos colores me rodeaban buscando tu presencia, pero no la encontraron,
ni el agua invadió indiscreta tu toalla,
al igual que no encontraré yo hueco en tu corazón, lleno de amores olvidados.
Samuel Álvarez Conejos