Te escapas, te escurres, "Que no salga herido..."
Tú y tu intención de guardar mis sentimientos,
sin saber que ellos sólo están a salvo contigo,
contigo acariciándolos y haciéndolos nuestros.
Me arrastro, me enfado; tú sabes que es tarde,
tarde para imaginar que no hubo nada,
tarde para tratar de olvidar lo inolvidable,
pero pronto para verte o pensar en mañana.
¿Hasta cuándo habré de esperar en mi cuarto,
intoxicado por el humo que expiran
las velas que enciendo nombrándote a cada rato,
por este amor venenoso que extingue mi vida?
Mírame y busca de nuevo
una razón sin fundamento,
una excusa para vernos,
el pretexto para un beso.
Puede que ya no recuerdes
el roce de nuestros vientres,
y ya se nos va septiembre
mientras sigo sin tenerte.
Samuel Álvarez Conejos