Una semana, no ha hecho falta más
para conocer tu cálido cuerpo,
para perderme en las olas del mar
donde ruge nuestro amor en silencio,
donde se ciernen los rayos de un sol
testigo de nuestros ávidos besos,
que van de tu boca a mi corazón
para volver a ti en forma de versos.
Una semana, y ¿para qué más?
si ya he descubierto que, en mi pecho,
se amoldan las caricias que me das,
si me he percatado que, en tu cuello,
mis labios se saturan de embriaguez;
lo descubres para que, cual vampiro,
imprima mis colmillos en tu piel,
lo descubres para que, cual vampiro,
imprima mis colmillos en tu piel,
y ahí, ahí es donde hallan su delirio.
El tiempo es nuestro mientras lo queramos;
el horizonte, nuestro porvenir.
Atrévete a tomarme de la mano;
prometo jamás prescindir de ti.
Samuel Álvarez Conejos