Conoces mis ojos
cuando quieren preguntar algo,
conoces mis labios
cuando necesitan un beso,
sabes en qué momento
pide caricias mi mano,
y si anhelo un
abrazo, me regalas uno de esos.
Enjuagas mis lágrimas
ofreciéndome tu hombro,
sabes en qué momento
necesito tu sonrisa,
si necesito abrigo, entre
tus brazos me amoldo
y me extiendes tu
mano cuando mis pies se deslizan.
Y es al fijarme en
estos detalles
que sospecho que no
es ilusión,
principios que no
tienen finales,
la historia infinita
entre tú y yo.
Sueños exportados de
lugares
donde sólo hay lugar
para dos,
brazos que esperan
que los abrace
son caricias de
nuestro interior.
Promesas que, al
cumplirse, renacen,
recuerdos que se
conciben hoy,
palabras que nunca
llegan tarde,
miradas que conceden
perdón.
Caminos que llevan,
al juntarse,
a un viaje a nuestro
corazón,
y pienso que será
interminable
y se me ocurre que
esto es amor.
Samuel Álvarez Conejos