Nuestro amor no fue un huracán,
ni siquiera fuego que escribe,
no fue agua en nuestras mejillas,
ni esa isla de tierra virgen.
Nuestro amor no tuvo comienzo,
Aunque auguraba su final:
el tiempo que dura este verso,
lo que tardas a mi portal.
Nuestro amor nunca fue perfecto
y tampoco aparece en libros,
se construyó desde las ruinas
y se alzó como un castillo.
Nuestro amor fue de chimenea,
caldo de pollo y fideuá.
Fue silencio, también escape,
fue una barca sobre el mar.
Nuestro amor fue puro, fue cómplice,
fue un almendro en primavera,
piedra que construye ciudades,
sombras sobre calles inglesas.
Nuestro amor: una paradoja.
Fue, es, será.
El puzzle de un atardecer
que no sabemos terminar.
Samuel Álvarez Conejos